10.- Largas esperas, dias interminables, te quiero Ro.

Disfruto de cada momento que tengo para poder reflexionar y pensar, dejarme llevar por mi cabeza y vivir cada instante. Y cuando estás en el hospital o en casa acompañando en una larga espera, encuentro ese momento.

Me gusta buscar dentro de mí, en mi interior y encontrar lo que me hace sentir bien, para poder saborearlo. Y en ocasiones no todo lo que encuentras es agradable y aun así lo revivo para poder expulsarlo.

Suelen venirme a la cabeza momentos de risas, de conversaciones, de largos paseos, de eternos momentos disfrutando el uno del otro. Sensaciones que no las cambiaría por nada en este mundo.

Muchas veces he pensado que es lo que nos mantiene tan unidos o lo que vimos el uno en el otro. Y es mucho lo que puedo decir y poco lo que olvidar.

Ver tus ojos, pero no el color o la forma, sino como me hablan, lo que dicen sin pedirlo. Me enamoré perdidamente de tu alma a través de tus ojos. Vi dulzura, amor, comprensión, delicadeza, inteligencia, curiosidad, generosidad....

No puedo borrar de mi mente la primera vez que mis ojos se toparon con los tuyos. Supe en ese momento que iba a ser tuya para siempre. Que tras esa mirada se escondía un ser excepcional. No pude estar menos equivocada.

La grandeza de las personas se mide por el amor que son capaces de dar sin pedir nada a cambio. Y tu nunca has escatimado en ofrecer tu corazón a quien lo ha necesitado.

Me enamoró también tu inteligencia, pero más allá de los coeficientes, esa que tu tienes, la que es capaz de ver en el otro lo que te está pidiendo con su silencio. Esa capacidad de abrazar y besar abriendo tu corazón de par en par.

Por supuesto tu don de palabra, siempre en busca de mostrar tu punto de vista, sin intentar convencer, evitando el conflicto, disfrutando de conversaciones que alimentaran tu conocimiento. Huyendo de temas banales, escabrosos, ofensivos o carentes de importancia.

Además de ser un gran compañero de tertulia y un divertido amenizador en las fiestas. Orgullosa siempre de ir de tu brazo. Segura de mi misma a tu lado. Feliz de disfrutar cada momento de tu tiempo.

Caí rendida ante la suavidad de tus gestos. Esa parte tan tuya, tan delicada, tan sumamente atrayente para una mujer, que es la de sentirse amada, respetada y protegida a la vez. Esa virtud tan importante en ti, tan femenina al fin y al cabo, tan capaz de no sentirte como un intruso.

Siempre rodeado de grandes amigas que han visto en ti un apoyo incondicional, bajo la mentalidad del que no busca más allá de ofrecer su mayor don,  su gran corazón.

Encantada de que todos esos méritos los tuviera la persona que había decido andar junto a mí el largo camino de la vida. De compartir más que un trayecto juntos, de crear una bonita familia.

Sin resentimiento de los momentos en los que todo eso falla, no por querer sino por no poder. No puedo culparte del dolor, del sufrimiento y de la angustia vivida. Quien más que yo, con 25 años a nuestras espaldas, puede saber lo que has sido capaz de soportar. De como te he visto luchar. Afrontando todo lo que se te venia. Incluso mintiendo, para no transmitir pena o malestar y para evitar preguntas a las que no querías responder.

Sé que en mí has encontrado el consuelo del que te entiende. Y ojalá hubiera podido ofrecerte el antídoto al dolor. Pero te ofrecí la mejor cura a tus males, no a los físicos, sino a los mentales y a los del corazón. Te ofrecí mi vida para siempre y dejar mi mayor legado, nuestras hijas.

Mi amor incondicional por encima de todo, demostrado está. Sin huidas. Siempre luchando a tu lado. Sin mirar hacía a fuera. Y ahora con ellas, junto a ellas, tienes la garantía del futuro.

Me enamoré perdidamente el día que fuiste padre. Ahí conocí al verdadero Román. Lejos de un sueño del que no quieres despertar. Supe que era lo que más necesitabas y sin saber aun que ello te salvaría tu vida. Y que mejor presente para tus hijas que darles todo lo que tú llevas dentro.

Quien puede merecerlo más que tu propia creación, la mejor de tus representaciones de arte, tus hijas, y puedan recibir tus grandes valores. No todo el mundo es capaz ni en cien vidas, de dejar mejor legado que el que tu les estás dando cada día a ellas.

Sé que maldices cada uno de los días en los que tu salud te lo impide, pero no desestimes nunca la gran capacidad que tienes de mostrar tu gran corazón aun estando enfermo.

Ellas ven en ti un referente inigualable, un apoyo incondicional, una seguridad y confianza que ninguna cama de hospital va a poder borrar jamás.

Confían mucho en ti, en tu capacidad de superación, en tus ganas de vivir, pero sobretodo en tu amor por ellas. El amor más puro, dulce y verdadero que una persona puede compartir. Y no hay sentimiento más bonito que la admiración que sienten por ti. Cúlpame si quieres por ello.

Y por todo ello me enamoré perdidamente de ti. Y jamás nada podrá enturbiarlo. Tengo motivos suficientes para seguir junto a ti en este camino, el que nos ha tocado andar. Sin dolor ni rencor sino con ilusión y esperanza.

Y no olvides nunca que hoy te amo más que ayer y si ayer te amaba demasiado... imagina cuanto te amo hoy. Te quiero Ro.

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